Desde el año 1896, los
tratados de medicina enseñan que no hay tratamiento médico de la apendicitis
aguda y que no es suficiente operar; es necesario hacerlo a tiempo. De lo
contrario, los resultados pueden ser fatales. Infelizmente, así sucedió en el
caso que hoy nos convoca.
En octubre del 2013 un paciente ingresó a la emergencia de una conocida
institución médica con fuertes dolores en la zona abdominal. No habiéndose
diagnosticado la apendicitis que en verdad estaba padeciendo, y no
habiéndose ordenado estudios complementarios, al paciente se le
administraron medicamentos para paliar el dolor y se le dio de alta. Al
cabo de unos días se desencadenó una peritonitis desenfrenada, que a la
postre resultó en el fallecimiento del paciente. Tenía 51 años de edad y
era padre de cuatro hijos.
La Justicia decidió condenar a la institución médica. A criterio del Tribunal
Civil actuante, el cuadro del paciente requería de estudios específicos e
intervención quirúrgica. Más específicamente, el Tribunal sostuvo que ante
la confusión en los síntomas y la dificultad del cuadro, los médicos que
atendieron al paciente forzosamente debieron haber agotado todos los medios
disponibles para detectar a tiempo el origen de la patología.
El Tribunal fue lapidario: el diagnóstico tardío fue palmario. Y en
cuanto tal, supuso la culpa del médico tratante y por ende la responsabilidad
civil de la institución.