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Más Vale Prevenir que Curar: El Coronavirus en el Lugar de Trabajo

Con sobradas razones, el coronavirus es el tema del momento. ¿Cómo debo proceder si a uno o más empleados de la empresa les es diagnosticado el coronavirus? ¿Puedo obligarlos a permanecer en sus casas?  He aquí algunas de las preguntas que en esta entrega comentamos.

Hay un par de situaciones claras.  Así, si a un trabajador le fuera diagnosticado el coronavirus (o aun sin llegar a eso: si presentara sus síntomas), el empleado deberá de inmediato informarlo (y acreditarlo) a la empresa. Naturalmente deberá guardar reposo y abstenerse de concurrir al trabajo hasta tanto se hubiere recuperado (y no fuere pasible de transmitir la dolencia). En estos casos, es probable que sea de aplicación la licencia por enfermedad.

Resulta igualmente claro que si el trabajo a distancia fuere materialmente viable, con carácter excepcional y temporario los empleados podrán cumplir las tareas desde su domicilio particular. Este último deberá ser dotado de los elementos necesarios para el trabajo (a costo de la empresa).

Entre medio de esos dos extremos, hay un sinnúmero de situaciones más dudosas.  Veamos: ¿cómo proceder si un dependiente argumenta no querer ir a trabajar por temor a infectarse? Parecería que la mera alarma social no es argumento suficiente y que semejante actitud del empleado carecería de respaldo legal. Pero ¿qué hay si el funcionario alega que su empleador no está siendo diligente en la adopción de las medidas preventivas que las circunstancias imponen?

La imaginación es el límite para las hipótesis posibles. Al día de hoy en Uruguay no existe  -de momento-  protocolo obligatorio aplicable a las empresas. Considerando que (hasta donde ha trascendido) el coronavirus aún no habría desembarcado en nuestras tierras, sería prudente que las organizaciones aprovecharan este lapso para establecer su plan de contingencia y protocolo de actuación. Hay quienes ya lo están haciendo, con el apoyo de profesionales especializados en la materia laboral. Pocas veces tan cierta la máxima popular: más vale prevenir que curar.