La crisis de la familia como base de la sociedad, hoy día parece evidente. Con esa crisis, vienen las separaciones, los divorcios y los conflictos legales que tantas veces hemos comentado desde estas páginas.
Rara vez esos conflictos se ventilan a través de una acción de amparo. Pues como se sabe, ésta se traduce en un procedimiento especialmente breve, que por la misma razón está reservado para situaciones excepcionales, en las cuales se violentan derechos humanos fundamentales con flagrante ilegitimidad.
El caso que nos ocupa reviste esa singularidad: a través de un amparo se discutía el traslado de una niña de una escuela a otra, en la mitad del año escolar. Los padres se encontraban separados. La madre había quedado desocupada y había tenido que entregar su vivienda por falta de pago. Razón por la cual había decidido mudarse a Maldonado con su hija, para rehacer su vida y procurar nuevos horizontes. Enfrentado al peligro de perder el contacto fluido con su hija, el padre promovió una acción de amparo con la finalidad de evitar que ésta abandonara la escuela donde estudiaba y pudiera terminar en ella el año escolar.
El Tribunal en mayoría dio la razón al padre e hizo lugar a la demanda. El Tribunal afirmó que existió ilegitimidad manifiesta porque se afectaron y amenazaron derechos de la niña, en la medida en que no estaban dadas las condiciones de estabilidad mínima que garantizaran el respeto por sus derechos fundamentales. En opinión del Tribunal, debía primar el derecho superior de la menor, que había sido ya expuesta a múltiples mudanzas y cambios que habían conspirado en contra de su estabilidad, poniendo en riesgo sus vínculos sociales y sentido de pertenencia. De hecho la menor ya evidenciaba importantes carencias de aprendizaje en áreas como oralidad y escritura.